Foto: muralistas feministas Kllejeras |
MAGGI VASQUEZ, FEMINISTA POPULAR
"EN LA TOMA HAY UN ESPACIO"
x Puntada con Hilo
"Siendo una mujer soltera y sin hijos, me
metí al comité de allegados, quería ese espacio que todo el mundo necesita para
vivir en su propia lógica de vida". Se resiste a las imposiciones pero no
rechaza las reglas colectivas, relata la vida en la Toma como un algo matizado
que tiene de dulce y de grasa.
Cuenta que en un tiempo se retiró de comité
para "hacer otras cosas". Estudió sicología mientras pudo pagarlo,
continuó en su grupo feminista y al tiempo volvió a la Toma, que ya tiene cinco
años, pero recién comienza a ser reconocida por el estado. Antes, "ni los
carteros entraban".
SUEÑO Y PESADILLA EN LA POBREZA
"Vivir en este sector para mi era un
sueño, ¡pensar en levantarme y mirar la cordillera nevada!... De chica subía
con amigos a la quebrada de Macúl y decíamos ¡te imaginai' vivir aquí!
Era difícil entrar a la Toma siendo mujer
sola, pero yo igual venía a las reuniones y trabajaba todos los domingos de las
nueve de la mañana a las seis de la tarde en el Jardín infantil.
Al tiempo me dieron el sitio que era un hoyo
no más, pero lo rellené, me conseguí camionadas de tierra e instalé la pieza yo
sola.
No tenía baño, y después de haber luchado
tanto me di cuenta que me costaba esta opción. Dormía afuera para no llegar, me
acordaba de mi infancia cuando llegamos a Lo Hermida y las calles eran de
tierra en un tiempo en que yo estudiaba en el Liceo de Providencia y mis amigas
eran hijas de ricos porque mi mamá trabajaba allá en casa particular. Hubo un
tiempo en que me daba vergüenza decir dónde vivía, después llegué a quererlo,
comencé a participar en organizaciones y tomé conciencia de lo qué es ser
pobre".
¿Qué es para ti?
- ¡Puchas!... es no tener libertad, eso no
quiere decir que los ricos sean libres, tampoco los son, pero nosotros no
tenemos acceso a nada... Es sentir rabia en Providencia, recordar cómo añoraba
vivir en un departamento, cómo miraba las tiendas y deseaba tener esas cosas
bonitas, es seguir deseándolas pero haber entendido que jamás las voy a tener
porque los pobres vivimos postergados hasta de lo más básico.
Y no es fácil tener conciencia de ser pobre,
me acuerdo que una vez me invitaron a un casamiento de gente de otra clase, y
me conseguí ropa prestada por todos lados, y cuando llegué eran puros hipis con
chalas artesanales mientras yo iba con tacos prestados, y dije, ¡nunca más voy
a cambiar lo que yo soy!
TOMA Y NO "APOYO" ESTATAL
"Postular al subsidio era esperar un
siglo, tengo el ejemplo de mis papás que de jóvenes vivieron arrendando y
siendo cuidadores de casas ajenas, recién de viejos se ganaron un espacio
propio, mi papá lo disfrutó apenas y falleció, mi mamá siempre dice que lo hizo
para sus hijas, o sea que nunca trabajó para disfrutar ella misma. Yo no quería
eso. Era soltera sin hijos, y en estas cosas el puntaje es por la cantidad de
hijos, ¡pero yo no iba a armar mi vida para tener puntaje! En la Toma en cambio
me dieron credibilidad por mi trabajo.
MUJER "SOLA": "ESA"
"Cuando recién me vine para acá, algunas
mujeres casadas se referían a mi como 'la otra': '¡Le avisaste a la otra que
hay reunión', decían. Algunos hombres me faltaban el respeto, un gallo una vez
me dijo: 'señorita con poto de señora'... Otra vez que yo no podía hacer un
trabajo de acá, una mujer dijo: '¡no tiene ni hijos y no puede ir, y yo que
tengo todos estos cabros, voy!'. Me dio toda la rabia: ¡No tengo la culpa de
que usted tenga una chorrera de hijos, yo afortunadamente me cuido porque así
lo decidí!, le respondí.
Al tiempo nos juntamos con mi pareja y hace un
año y medio tuve a mi hijo Nicolás y la gente comenzó a llamarme 'señora
Maggi', un hombre cambió, para ellos, el panorama".
¿O sea, tus iguales de clase te discriminaron
como mujer?
- Sí, no es nuevo para mi, yo a los 17 años ya
estaba en grupo de mujeres jóvenes porque veía eso, después pasé al Malhuén
donde me formé como dirigenta. Sé que con las mujeres de la Toma como en otras
poblaciones es difícil hacer grupo, son reacias a juntarse, si propones un
taller surge la idea de que '¡esta galla quiere venir a enseñarnos!'... Es la
sociedad.
Con el tiempo me legitimé no sólo por un
marido también por mi trabajo, porque con mujeres de Lo Hermida y otros amigos
de la Universidad de Chile por ejemplo, hemos organizado las Pascuas populares
acá, en fin, yo aporto aunque no siempre entro en la orgánica.
¿Qué te compensa?
- La unión de la gente que se la juega por el
territorio, mujeres y hombres amaneciéndose para protegernos a todos del
desalojo, protestando en los colegios que son de propiedad de Filomena Narvaez,
ex dueña de esto. Los dirigentes haciendo huelga de hambre, yendo en masa al
Congreso para exigir respeto.
La organización que ha logrado mucho, logró el
subsidio que no hubiéramos tenido cada uno por su cuenta, por eso nadie lo
puede utilizar fuera de acá porque es un logro colectivo.
REJAS QUE TE DIVIDEN POR CLASE SOCIAL...
"La demás gente del sector tiene
distintas actitudes hacia nosotros. De los departamentos y los condominios han
dicho: '¡que los echen, este sector no es para gente callampera!', pero también
hay quien nos apoya. Claro que a veces conversas con alguien en la micro y
cuando le cuentas que vives en la Toma cambia el trato. Mucha gente se imagina
una especie de mal vivir, y aunque no somos ningunos ángeles esta es una
población tranquila, aquí no hay clandestinos y se ha expulsado a vendedores de
pasta base. De los ricos de Peñalolén no sé porque no los vemos...
O ellos no los quieren ver a ustedes...
Tal vez. Hay límites entre la Toma y la gente
que vive en las casas buenas. Las parcelas miran para el otro lado y en todo
este sector, hay rejas que te dividen por clases sociales. Incluso los
condominios clase media las ponen. Gente de acá ha querido pasar con carretón
por las calles de la Villa y los guardias le han cerrado el paso.
Maggi aprendió a reírse del clasismo,
"igual me relaciono bien incluso con esa gente que te parai' y te sacuden
la silla". Sonríe porque con su compañero se construyen además de un
bonito jardín, un espacio cálido. Pero no disfraza la realidad, reconoce que la
ciudad hace la vida abrumadora para muchos pobladores de la Toma, "las
reuniones, las organizaciones con gente de fuera no resultan por la
distancia", y en un orden urbano que no es para mujeres pobres con guagua
"subirse a la micro con coche y bolso, es toda una odisea", asimismo
la cuestión laboral, nuestra entrevistada, para asistir al puesto de ropa usada
en ferias libres que trabaja con una socia, se apoya dejando a su hijo con amigas "porque mi pareja también tiene
que trabajar y en las salas cunas de la Junji hay 40 guaguas en lista de
espera". El broche de oro es que en las privadas la media jornada cuesta
cuarenta mil, lo que ella gana en todo un mes.
FUENTE: PUNTADA CON HILO, AÑO 4, Nº28, OCTUBRE 1997
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