(Detalle de página original en que publicamos la entrevista a Nara Olmedo) |
Nara Olmedo, terapeuta
"HACER TERAPIA, ES HACER UN
CAMBIO"
x Puntada con Hilo
Tiene 41 años, dos hijas, es casada. Goza
de un sentido del humor bastante agudo, afirma que nunca ha militado en un
partido político, ni lo hará, "es que me voy a morir en la
vanguardia".
No estudió su especialidad en la
universidad, cosa que algunas/os le critican, y a ella le pesó por mucho
tiempo, "porque en este país los títulos profesionales son como de
nobleza".
Así y todo, lleva cuatro años facilitando
procesos de recuperación a mujeres que sufren violencia, en la consulta de la
Agrupación de Mujeres de La Florida, de la que es dirigenta y terapeuta.
Se formó como monitora en talleres de La
Morada y el SERNAM. De ahí en adelante se preocupó de "profundizar, y lo
hice con respeto, porque una no se puede 'pegar el salto' cuando trabaja con
personas".
Al principio se trataba de un par de
sesiones y derivar a la consultante a una sicóloga, "pero la conversación
se fue alargando. Además de golpes, en cada historia personal había una niñez
infeliz, miedo, culpas, que provocaban una baja autoestima, mucha soledad,
pena, rabia. Entonces no era preguntar y derivar, había que permitir que
hablara de lo que sentía su cuerpo con el maltrato".
¿POR QUE SOMOS MALTRATADAS?
No es que nos haya 'tocado', sino que -de
alguna forma- 'nos dejamos' maltratar...
"El problema de la Violencia es muy
profundo. Nos engañamos si pensamos que solamente el otro -el maltratador- está
actuando, la pasividad también es una actitud.
A veces hasta la dependencia económica de
la mujer es una verdad a medias. Ella se puede dar a sí misma esa razón, pero
en lo interno, tal vez no quiera dejarlo por miedo a la soledad, porque se
siente culpable, por una socialización machista muy fuerte, por mucho temor a
la autoridad.
Algo la lleva a aceptar.
Necesita entonces preparase para lograr
salir del círculo de violencia, descubrir el por qué, y reconocerlo. De ahí en
adelante, el camino es más fácil".
DUEÑA DE CASA
"Me casé joven, tuve dos hijas que
se enfermaron bastante de chicas y me fui quedando en la casa para cuidarlas.
El pretexto eran las niñas -en verdad fueron mis propias 'trancas'-, la falta
de diploma, por ejemplo.
Me ocupaba de organizar la vida de la
familia y de hacer mil ochocientos trámites para mis hermanos exilados en los
años de Pinochet. Participaba con los familiares de los presos políticos,
porque la represión tocó de cerca a mis hermanos. Luego estuve en la campaña
del NO. En ese tiempo me gustaban las propuestas de algunos partidos de la
Concertación -'sonaban' bien-. Trabajé por algunos candidatos -cae de cajón que
me pusieron en algún comando de mujeres-.
Junto con eso, conocí a mujeres que
estaban en los temas de género. Participé con estos grupos en la Villa,
hacíamos artesanía, campañas políticas, de todo. Luego de las elecciones,
quedamos 'volando' y decidimos formar la Agrupación.
Mi vida de dueña de casa era muy agitada.
Yo ya venía haciendo talleres de
desarrollo personal para 'desenrollar' una historia de violencia en la infancia
-mi madre era mujer separada y mi abuela ejercía mucha violencia emocional
sobre ella-. De ahí que en la Agrupación me decidiera por la violencia
familiar".
QUE ES LA TERAPIA
"Entregar herramientas -no
respuestas, ni consejos-, para que la mujer vea lo que no había visto antes.
La terapia induce al cambio de la persona
que la buscó, pero no sirve para modificar al otro -por ejemplo, al
maltratador-. Nadie puede trasformar la vida de otro. Hay que ocuparse de sí
misma.
Tal vez, quién recibió terapia intente
transformar su entorno. Si no lo logra, no será tan doloroso porque ella ya
está mirando hacia otro norte, y no se va a quedar donde mismo.
La terapia busca que la persona se haga
responsable de sí misma, de sus decisiones, que encuentre las salidas y las
respuestas que le sirven a ella en particular -cada persona es un mundo, lo que
es bueno para una, no lo es para otra-".
EL LENGUAJE Y LAS EMOCIONES
La terapeuta propone comprender más
profundamente los términos que usamos para no llenarlos de contenidos
negativos.
"Por ejemplo, la VICTIMA de
violencia no es una 'pobrecita'; que sea víctima no significa que no pueda
salir de esa situación.
Otro caso, es como entendemos el término
AGRESIVA. Una mujer agresiva puede ser emprendedora, asertiva, capaz de hacerse
escuchar".
Cree que si las personas nos conectáramos
más con lo que sentimos, con nuestras emociones, y no sólo con lo que pensamos
racionalmente, encontraríamos nuestras propias respuestas. Recomienda, por
ejemplo, no evitar la RABIA, "hay que manifestarla, cuando no lo hacemos
la acumulamos y explotamos. No es que 'una gota haya rebalsado el vaso', es que
no podemos más por la represión que imponemos a nuestros sentimientos. Tememos
a la rabia, porque nos han metido en cabeza que las mujeres rabiosas son malas,
y las pacientes o pasivas, buenas. Por eso nos sentimos malas cuando nos
enojamos. Sin embargo, la ira puede ser liberadora si la expresamos; si es
contenida puede ser violenta y dañina. En ese plano, la intuición es
importante. Tal vez haya un momento en que decidamos callar, no 'enganchar',
para darnos tiempo de entender lo que nos pasa. Cada una, en base a su
experiencia, puede sentir el minuto mejor para decir".
HABLAR DE LA DEPRESION
Para la terapeuta, lograr DECIR, es
fundamental. "Hay que quitarle el sello de 'terrible' a hablar de los
problemas. Muchas veces la gente evita manifestar disgusto, porque aprendió en
la infancia que cuando había crisis, los miembros de la familia hacían como si
no pasaba nada. Sin embargo, hablar es comunicarse y ayuda a vivir mejor.
Nara también reivindica el DERECHO A
DEPRIMIRSE. "En medio de una pena, no estaría nada de mal no hacer nada,
permitirse LLORAR. Con eso estamos sanándonos, no es llorar por llorar, es
prepararnos para salir de la depresión.
Como hay que darle tiempo al duelo, hay
que dárselo al descanso y a la recreación. O sea, tiempo para sí misma".
MACHISMO Y SALUD MENTAL
"Las mujeres nos enfermamos tanto,
porque nos han socializado enviándonos el mensaje de que somos más débiles,
incluso a nuestra menstruación socialmente se la denomina: estar enferma.
Este sistema marca cada historia personal
con una forma de 'ser mujer'. Es la que hace que aceptemos el maltrato y el
sometimiento. Si aceptamos los roles asignados, la cosa se mantiene.
Es un sistema muy fuerte, pero podemos
romperlo.
No creo en eso de ir como las amazonas
gritando contra el sistema, estoy por partir desde lo personal para llegar a lo
social. Estoy por hacer y sumar fisuras que lleven al cambio".
FUENTE: PUNTADA CON HILO Nº 4, AÑO 1,
NOVIEMBRE 1994
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