(La otra marcha, Marcha lésbica, chile) |
DOS MUJERES
TOCANDOSE EL ALMA
x Puntada con Hilo (Sección "Nuestra Historia)
"¿Por qué nos enamoramos? No tengo
idea. No lo decidí.
Cuando la conocí, sentí que había una
conexión íntima... hasta ancestral entre nosotras, como si la conociera de
mucho tiempo atrás".
"Me atrajo como un imám. Entonces la
empecé a conocer y me enamoré.
Nunca un hombre me hizo sentir
íntimamente querida, tampoco los quise yo. Siempre hubo un tope. El sexo estaba
muy bien, pero más allá no quedaba nada".
EL "PEDIDO DE MANO"
C.: "Antes de Marcela, tuve algo muy
fortuito con una mujer, y aun antes de eso, estuve con hombres. Con uno,
duramos cerca de dos años. Nos íbamos a casar. Con la proximidad de una
decisión como ésa, supe que bastaba de seguir tratando de ser heterosexual a la
fuerza.
Me había estado resistiendo a la
atracción por las mujeres desde que tengo uso de razón, porque en la
adolescencia me producía mucho dolor, me hacía sentir sola.
En mi población, La Victoria, las
imágenes de mujeres con mujeres me asustaban. Las que se notaban, eran mujeres
conectadas con la mafia y muy masculinas. Yo no quería ser eso. También influía
todo el dolor que iba a significar para mi familia.
Pero llegó un momento de madurez en que
reconocí que tenía que buscar lo que realmente quería. No podía seguir
ocultándome. Y me dije: aunque esto signifique estar sola para siempre, lo
asumo. Sin embargo, al tomar la decisión se fueron abriendo nuevos caminos,
tanto en lo íntimo, como en el resto de la vida. No fue una cosa de un mes ni
de un año. Fueron varios años en los que, de a poco, se fue desarrollando en mí
lo que antes escondía: mi ser lésbico. Al tenerlo claro en mi cabeza, pude
vivir más feliz conmigo".
M.: "Yo, de chica, recuerdo que
sentía erotismo por los hombres, pero era como un juego. Siempre eran hombres
que la gente llamaría 'muy femeninos'. También vivía relaciones muy intensas en
la amistad con mujeres. Con respecto a los hombres, lo entretenido para mí, era
comentar con las amigas 'ese niño me gusta' o 'aquel me miró'.
En la adolescencia tenía problemas familiares,
y no me metí en pololeos, fueron más que nada pinchazos. En la Universidad
seguí así, me servía para conocer mi sexualidad. Apareció un pololo con el que
estuve dos años y aprendí mucho de mi cuerpo. Pero no me sentía plena...
Nunca tuve rechazo al lesbianismo, vengo
de una familia acomodada e intelectual donde no se habló de esto ni para
censurarlo ni para alabarlo.
Yo tenía unas amigas lesbianas que eran
pareja, y las envidiaba por su manera de quererse. Por esa época, me di cuenta
que había mujeres que se habían enamorado de mí en el transcurso de mi vida, y
entendí que si yo no las había mirado, no había sido porque no me gustaran las
mujeres, sino porque justo habían sido mujeres que no me habían enamorado como
personas.
Mi primera relación con una mujer fue
traumática, porque para ella era muy difícil asumirse. Terminó, cuando la
familia de ella supo. A pesar de eso, sentí que me había gustado mucho, que
había solucionado esa cosa de la profundidad en el amor.
Con el tiempo apareció Carmen. Lo tomé
con calma (ya lo había pasado mal). Fue un conocimiento como de gatas, que van
de a poco, se acercan, se miran, se retiran, vuelven...".
C.: "Yo aún vivía con mis viejos. Mi
mamá no quería soltarme, pero le dije: Me voy a vivir con una amiga. Tienes que
decirle a tu hermano y a tu papá, me contestó.
Marcela fue a mi casa. En la mesa
familiar todos nos hacían preguntas, a mí me costaba responder y ella les
explicó que nos íbamos. No dijo que éramos pareja, pero tampoco mintió... En
cierto modo, fue un pedido de mano".
DOS HISTORIAS:
C.: "Soy una de las menores de una
familia modesta y numerosa (siete hermanas y un hermano). Mi mamá es dueña de
casa y mi papá un obrero de la construcción jubilado. Fui conflictiva. Por mi
autorrepresión me deprimía, me volaba, andaba en el carrete.
Me fui a estudiar afuera como una salida
diplomática de la casa, luego volví.
Sólo yo y mi hermana menor fuimos a la
Universidad. Yo sabía que no tenía posibilidades económicas para estudiar, pero
sentía que era un derecho, así que me generé los medios, trabajé dos años
antes. No quería quedarme como mis hermanas, no me gustaba su vida ni la de mi
mamá.
En el colegio había participado en
política contra la dictadura. Al volver a mi población, estuve en el nacimiento
del Movimiento Juvenil Lautaro. Al principio me gustaba. Aglutinábamos jóvenes,
conversábamos, hacíamos acciones. Con el tiempo sentí que se iba
distorsionando, y que junto con eso, me estaba aburriendo del dominio de los
hombres en el Movimiento. También tuve miedo a la represión, yo no quería caer,
no quería morir, quería vivir... Fui conociendo organizaciones de mujeres, a
las feministas, y supe que mi política estaba con ellas".
M.: "Yo tengo un vínculo bastante
frío con mi familia. Me fui a los 18 años de la provincia en que viven y ahora
tengo 31.
Me vine a Santiago a estudiar y recuerdo
ese día como el más feliz, porque me liberaba.
Mi papá es muy noble pero muy
autoritario. Somos tres hermanos (dos mujeres y un hombre) que tuvimos que
atender a sus altas expectativas intelectuales, y de todo tipo. A menudo oí de
él: '¡aterriza pajarona!'.
En mi colegio todos eran de derecha,
aunque mi familia no lo es, pero me pusieron ahí porque se suponía que era un
colegio de calidad. Eran relaciones sociales muy incómodas para mí. Entonces
salí de todo eso y me liberé del matrimonio conflictivo de mis padres, de los
gritos de él, de la frialdad de ella. Hasta hoy, siguen siendo muy agotadores.
Mis hermanos siguen en la casa, ahora con sus parejas, heterosexuales ambos, y
yo los veo anulados como personas, sufriendo mucho.
En cambio, con la familia de Carmen me
llevo bien. Cuando la visitamos, hallo una relación sana en el sentido de que
la gente se reúne, padres, hijos, nietos, se tratan bien, nadie grita. Aprendo
mucho. Es lo que me pasa con la Carmen, me abrió otro mundo: La Victoria. Otra
vida, la resistencia a la dictadura que hicieron. Mi boca se agrandaba y se
agrandaba cuando me contaba de esos tiempos. Son cosas que jamás, de mi colegio
o compañeros de Universidad, pude haber aprendido, con ellos eran puras pajas,
teorías que pude haber sacado de cualquier biblioteca. Lo otro es la vida real,
con sentimientos verdaderos".
"ROLES" Y POLITICA
M.: "Hemos visto jerarquía en otras
parejas lésbicas. Una en rol de macho, otra en rol de mina. Sabemos que pasa.
Nunca nos hemos propuesto ser la pareja perfecta, pero buscamos querernos
bien...
Yo veo en ella cosas que yo no tengo. Es
tranquila, tiene un ritmo vital que me ayuda porque yo soy acelerada. Es
maternal, que es algo que me faltó. No quiero ser su hija, pero hay momentos en
que me encanta que me haga arrurrú.
También hemos tenido que aprender
nuestras diferencias, porque a veces han sido arrolladoras.
C.: "Hemos tenido que ponernos de
acuerdo en cómo llevar la casa. Cuando Marcela no ha tenido trabajo y yo sí,
ella ha sido una mujer excepcional porque me ha exigido cosas. Yo de repente
decía, pero cómo... y es que no hay peros, porque no es que yo la mantengo y
ella, a cambio, lo hace todo, somos una pareja.
M.: "Ella tuvo que aprender a no
asustarse, porque yo me enojo (se me pasa altiro). Yo aprendí a pedirle que me
hable, porque sino yo me lo hablo todo".
C.: "La experiencia que yo viví en
dictadura me sirvió para formarme como un ser pensante que quiere que esta
sociedad sea más justa. Y se empieza por casa".
M.: "Las dos estamos en un grupo
lésbico y feminista y creo que eso nos aporta como pareja. Para mí es una
responsabilidad social que me acerca más a la utopía que quiero vivir".
C.: "Yo me considero una persona de
izquierda que trabaja en grupos de mujeres, y toda mi vida la desenvuelvo a
partir de eso".
M.: "Yo no. No es que sea de
derecha, pero me desilusioné de la izquierda. Yo, realmente, soy
anarquista".
C.: "A mí, me gustaría vivir con
ella hasta que seamos viejas. No sé si voy a volver a encontrar otra mujer que
me toque el alma...".
M.: "Esto es como: lo que tú
conociste y yo no, lo que yo siento y tú no sabías que se podía sentir. Es eso,
un tocarse el alma...".
FUENTE: PUNTADA CON HILO Nº 25, AÑO 4,
JUNIO 1997
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