¿Feminismo, para qué?
o
De los sujetos que importan
X Patricia Karina Vergara Sánchez*
No estamos perdidas, sólo necesitamos encontrar la salida
(Ochy Curiel)
La his-herstory de la humanidad nos muestra cómo las ideas,
modos de producción y formas organizativas de las sociedades, son una búsqueda
constante por mejores o distintos modos de vida para los grupos
humanos que los proponen. Dichas búsquedas generan tensiones y conflictos entre
quienes se plantean otras formas de ver, entender y hacer en la vida individual
y colectiva y quienes apuestan por o se benefician de lo establecido, del status
quo.
Algunas de las luchas por otros modos de vida, radicalmente
distintos o por modificaciones en contextos particulares, han dado
resultados que marcan nuevas etapas en la historia de la humanidad o logros
locales concretos.
Un ejemplo inmediato de este devenir es el surgimiento de lo
que llamamos el Estado Moderno, que parte de cuestionar la soberanía sustentada
en el poder divino y propone otro orden político y económico, basado en el
liberalismo económico-político y sustentado en los mandatos de aquello
legitimado por la ciencia. Después, cuando las teorías socialistas-materialistas
económicas y políticas mostraron que el modo de producción liberal dividía a
las personas en clases respecto a su relación con la apropiación de los modos
de producción, se generaron otras apuestas por otros modos de vida con las
tensiones, desacuerdos y acuerdos entre los grupos humanos que proponían.
Otro ejemplo es cómo en América hace aproximadamente 500
años ocurrió una invasión desde países de Europa, y el subsecuente
reconocimiento de la opresión colonial, llevó a una lucha de corte liberal por
la independencia política de las naciones y cómo aún seguimos tratando de
combatir y hacer resistencia a distintas formas de colonización e imperialismo.
Lo que trato de mostrar es que los procesos humanos culturales, políticos y
económicos se caracterizan por partir de propuestas mayor o menormente utópicas
que luego se desarrollan por vías diversas, incluso por el uso de la violencia,
que transforman los contextos generales y los cotidianos con distintos grados
de cercanía a la utopía planteada, dependiendo de las circunstancias, deseos y
posibilidades locales.
Los feminismos han sido de esas propuestas transformadoras,
que surgen a partir del reconocimiento o toma de conciencia de una situación de
injusticia y de la apuesta a una utopía. Así, dieron cuenta del lugar de las
mujeres en distintas sociedades en una situación de desventaja; lugar social,
cultural e incluso una ideología imperante que las consideraba en minusvalías
lo que redituaba y ha redituado en menor acceso a trabajos remunerados, menor
acceso a educación, obligatoriedad del servicio doméstico y sexual, entre
otros. Todo ello sumado a la sanción social y política a cualquier ruptura de
dichos mandatos, que en muchos casos ha implicado violencia y muerte. Estos
feminismos se ocuparon, se ocupan, de la denuncia de estos fenómenos y
desarrollaron propuestas e ideas y acciones al respecto. Si bien, no fueron en
una sola tónica, ni para un solo destino, ya que no existe un único feminismo
ni una única forma entenderlo.
Desde el Feminismo Pre moderno, por ejemplo, la obra de
Christine de Pisan, La ciudad de las damas (1405), que atacó el
discurso de la inferioridad de las mujeres; el Feminismo Moderno con la Declaración
de los derechos de la mujer y la ciudadana, en 1791 de Olympe de Gouges,
o la Vindicación de los derechos de la mujer., redactada en 1792 por la
inglesa Mary Wollstonecraft, resultado de la Revolución francesa, cuya mirada
es hacia una reivindicación, el reconocimiento de las mujeres como ser humano-político-social.
Pasando por las obras consideradas fundantes del feminismo como la
Mística de la feminidad de la feminidad de Betty Friedan, El Segundo
Sexo de Simone de Beauvoir y otros que se preguntaban sobre qué es
ser mujer, qué significa-ba y cómo significa-ba, cómo se construye y el cómo
esa construcción la pone en relacionalidad con el otro. Al paso del tiempo se
gesta un feminismo que apuesta por la igualdad, leyes y reformas que garantizan
un salario y una participación en el sistema existente, aquí la utopía creada
fue por tener acceso al poder repartido en el mundo. En tanto, el feminismo de
la diferencia fue una apuesta utópica por la libertad, apuesta por un
mundo donde las mujeres significaran por si mismas. Después y al paralelo surgen
una cantidad de feminismos, de un jardín como el de Borges con senderos que se
bifurcan, distintas apuestas por la utopía, ecofeminismo, cyberfeminismo,
feminismo autónomo...
Pluralidad en donde, finalmente el eje común en este mosaico
de tonos respecto al “ismo” feminista, entendido como sistema de pensamiento,
es la reflexión respecto de las mujeres y es posible el plantearlo como lo
definió Melissa Cardoza, feminista, durante el taller “Formación de activistas”
en 2003, en la Ciudad de México: “Hoy los feminismos coinciden en un punto:
siguen siendo filosofía política que está cuestionando el orden establecido en
el mundo tanto para hombres como para mujeres, la pregunta sobre cómo ese orden
podría ser distinto” (Melisa Cardoza).
En las décadas recientes, las propuestas por un mundo con
una más justa distribución de la riqueza, por gobiernos no autoritarios, así
como los ideales de igualdad, libertad, fraternidad, planteados por el
surgimiento de la modernidad, ante al avance y deshumanización de lo que han
llamado del capitalismo salvaje cayeron en una crisis emocional-política y
filosófica que cuestiona su posibilidad. La esperanza misma, diría yo,
también ha caído en una crisis que dejó por lugar filosófico la certeza de que
no hay certezas, no hay más realidad que el contexto existente.
Así mismo, los pensadores de la época nos han enseñado que
el poder es relativo –Incluso cuando el poder de algunos esté en un cuerpo
hambriento y en otros no, aun cuando el poder de algunos tenga cierto capital
cultural y ciudadano y el de otros sea mínimo o disponga de una
subciudadanía-. Al encontrar al poder inasible e inidentificable, entonces se
torna difícil o inconcebible trastocar el sistema que lo sustenta –apenas
plantearle alguna resistencia-, por lo tanto no hay esperanza de otra posible
apuesta civilizatoria, más allá de la inmediata reivindicación. Se llama
posestructuralismo-posmodernidad, dicen.
El feminismo bifurcado también se ha visto afectado por el
fenómeno, pierde la fuerza emancipadora-liberataria-transformadora que cimentó
sus primeras utopías.
A partir del desarrollo de la categoría género, útil para el
análisis histórico de acuerdo con Scott: "...el género es un elemento
constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen
los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de
poder..."(Scott; 1990: 44) y se refiere a una estructura social que
produce relaciones jerárquicas. Es a partir del auge de este término-categoría
en la década de los 80´s que se comienzan a construir propuestas que señalan,
visibilizan o combaten estas relaciones jerárquicas: teoría, leyes, políticas o
estrategias, contra la discriminación por género, contra la violencia de
género, contra la inequidad de género y por acciones afirmativas en torno al
género…sin embargo, una categoría que pudo ir tan a la raíz del problema, que
pudo haber servido tanto para construir hacia, justamente, utopías
organizativas no jerárquicas, bajo el sino posmoderno de la relativización del
poder, pierde la noción de opresión y, por tanto, la necesidad de
señalar privilegios y responsabilidades respecto a los usos y abusos de ese
poder, pierde entonces la radicalidad que interpela a los hombres y a las
mujeres, -como se hacía con la palabra patriarcado que hacía visible
la relación de dominación que la propicia -, y sí se interpela a una ambigua
matriz delimitante, entonces, parece no interpelarse a nadie… y no atañe a
nadie en concreto, no hay emancipación-liberación posible y no hay para quién.
Otras luchas, como las antirracistas y anti etnocentristas,
por ejemplo, también han sido tomadas por esta relativización de la
mirada crítica al poder hegemónico y se convierten en participantes de
políticas reivindicativas, las formas “negociadoras” y cómodas al sistema,
-ONGs, lobbys y pequeñas concesiones por una parte y , por otro lado, lógicas y
abstracciones de complejidad matemática, construcciones teóricas
desidentitarias,- en donde se ha perdido la noción de opresión, negociada por
la “lucha en contra de la discriminación”, que tiene, justamente, un
significado político de pacto en busca de acceso a los privilegios –inclusión:
no ser discriminadx, ser parte-, un conveniente olvido de cuestionar el sistema
de dominación , mucho menos de transformación del sistema mismo.
Igualmente, las valientes llamadas del feminismo lesbiano a
destruir la heterosexualidad como régimen (Wittig, Rich) se convirtieron, junto
con los movimientos de la diversidad sexual en la búsqueda de pactos
inclusivos, como el derecho a casarse, pagar hipoteca conjunta y a la seguridad
social de una parejil pareja sosteniendo el modelo liberal y neo
liberal de las relaciones humanas.
En otro lugar, esta lectura desesperanzada
–posestructuralista- del mundo en el feminismo, que no reconoce el uso abusivo
del poder como productor de opresión si no que estudia a esa matriz
constructora, que no responsabiliza necesariamente a privilegiados y no
cohesiona a quienes le sostienen; propone destruir la matriz de género,
haciéndola estallar, despareciendo a la mujer (porque es un ideal), y a las
mujeres como categoría, -precisamente a las mujeres, los hombres desaparecerán
en algún momento como consecuencia-, pero las mujeres y la feminidad, cualquier
cosa que quiera ponerse según el contexto como feminidad, son el problema,
desaparezcamos y entonces… desparece el binarismo…¿qué desaparece, la injusticia,
la opresión?
Hoy, las imágenes de las posfeministas son una mujer vestida
con los atributos sociales de hombre diciendo que el feminismo sirve para dejar
de ser mujer y aquí cualquier signo de feminidad es rechazado. Ni
flores, ni telas suaves, (ni la belleza, ni el cuidado, ni la ternura tienen
valor, por considerarles atributos de la feminidad, ¿no será esa también una
lectura de género?) ni menciones a las incomodas funciones biológicas de
nuestros cuerpos -menstruar, parir, amamantar, lubricar-, reconocernos en ellos
es escencializar. Parece ser que mientras nuestras luchas sean menos corpóreas
y más racionales, seremos más legítimas. En tanto, la masculinidad, lo que ello
quiera decir, se deja para cuestionar algún día o como meta para alcanzar…casi
intocada, parece ser el modelo a seguir. Legiones de seres que se dicen
socialmente leídas como mujeres, pero que no se “identifican” mujeres, van con
barbas y bigotes dibujados, pegados en su rostro o producidos mediante ingestas
de productos farmacéuticos –ni las feministas de la igualdad en sus tiempos
imaginaron tal perfección universalista, todas iguales al modelo-.
La utopía posfeminista es un mundo sin binarismos, sin
género, sin sexos, la función reproductiva, la capacidad de parir constreñida a
un fenómeno fisiológico como el defecar, el sudar, orinar; Ojalá en el futuro
lxs nuevxs humanxs sean decantados de probeta como en El Mundo Feliz de
Aldous Huxley. La crianza de lxs niñxs, una tarea por resolver desligada de la
función del engendrar, reproducir desafectivamente a futuros trabajadores y
ciudadanos, parece ser que eso es lo que liberaría a los cuerpos con capacidad
paridora.
Para llegar a dicha utopía, es necesario acabar con las
mujeres, como identidad y como clase, pues sólo perpetuamos el binarismo.
Transformar los cuerpos y propiciar las prácticas sexuales menos heteronormadas
posibles. La desheterosexualización como reivindicación prioritaria para
prácticas sexuales diversas, pero se deja para luego, para nunca el
cuestionar:
1.- Cómo las relaciones de poder masculinas, en este sistema
patriarcal siempre han sido de profunda homosexualidad: amor, complicidad,
solidaridad entre hombres, (en la política, en el entramado social, en los
convenios económicos, en las creaciones culturales).
2.- Cómo la heterosexualidad obligatoria rige sobre los
cuerpos con matriz manteniéndoles como trabajadoras explotables. Es decir, no
se problematiza hacia la visibilización de que no se trata de una imposición
sexual si no de un arma de opresión política.
Hay un olvido al cuestionar las imposiciones del Régimen
Heterosexual que se dan de una manera distinta sobre los cuerpos divididos
sexualmente, es decir, cuerpos que fueron socializados a partir de poseer un
pene y cuya desheterosexualización es un ejercicio de permisividad de gozo que
no necesariamente retira sus privilegios patriarcales y otros cuerpos con
vulva, cuya desheterosexualización ciertamente está relacionada con el placer,
pero también con el lugar político que la heterosexualidad obligatoria
confiere en la explotación y apropiación del trabajo colectivo e individual en
la producción-reproducción y la violencia que se ejerce sí, mayoritariamente en
esos cuerpos sexuados.
En la nubosidad que genera dicho olvido, curiosamente,
surgen los nuevos sujetos que importan.
Los sujetos que importan en la utopía posfeminista
tienen por liberal y neoliberal mandato el pensar y buscar el placer propio:
“No nos sentimos culpables por haber sobrevivido”, dice Itziar Zigga desde el
primer mundo blanco en su Devenir Perra. Sin cohesión, sin empatía
posible, a quién puede importarle aquelles, aquellas que no sobreviven.
Otro lugar de la utopía posfeminista esta en, al mismo
tiempo que cuestionar el biologismo y los saberes biomédicos, es el recurrir a
ellos para la transformación del cuerpo disidente. Los cuerpos intervenidos por
la capacidad médica de transformar genitales, glándulas y cavidades hacia
estéticas establecidas por el estatus quo –Muy “elección sobre sus propios
cuerpos”- o “cuerpos disidentes”, es decir, que escapan del cuerpo dibujado por
los mandatos de género o por la construcción anatómica con que se nació y construyó
el cuerpo a partir de las tecnologías políticas, sociales cambiar penes,
vulvas, senos, vaginas, nalgas, rasgos. El sujeto de la utopía no es sujeto sin
la intervención buscada de la ciencia y el mundo cosmético.
En ¿Cómo el hombre llegó a ser gigante?, IIlin y
Segal, nos recuerdan cómo recorremos en cuestión de horas el planeta y
miramos al otro lado del mundo con sólo encender un interruptor, gracias a la
tecnología. También en nuestro cuerpo, el nacimiento y la muerte
son casi “mágicamente” determinados por la tecnología misma…la tecnología y
unos billetes de por medio, que quien no cuenta con los billetes se queda sin
alcanzar la estatura ni la magia de la contemporaneidad. Las películas
futuristas de los 80´s nos han alcanzado en sólo 30 años…la humanidad se
transforma velozmente.
Sin embargo, qué significa, qué utopía posible nace con esto
para las mujeres no cercanas a la academia o a los círculos de discusión
posmoderna, qué significa para las obreras que padecen feminicidio por tener
cuerpos de mujeres- En México, la actual guerra contra el narco y el ejercito
sigue significando cosas sobre los cuerpos de mujeres en mayoría: la muerte por
violencia de pareja, la falta de acceso a la educación, la falta de atención a
la salud, las dobles jornadas, siguen cayendo sobre cuerpos de las socialmente
leídas como mujeres.
Qué significa y que significará en un futuro próximo para
las que no pueden pagar cirugías o no quieren modificarse a cuerpos disidentes.
Qué significa en un futuro para las que no pueden pagar inseminaciones ydecantaciones artificiales…
¿Para qué sirve este feminismo que ha dejado de encontrarse, este feminismo sin
espejos?
En la academia miramos con desprecio a las que se siguen
nombrando mujer, porque es el lugar en dónde se identifican, mujeres, a las que
buscan caminos para ellas-nosotras y me resulta peligrosa, a la vez que
vergonzosa esa brecha respecto a quienes no tienen el privilegiado alcance a
ciertos niveles de abstracción ¿puede la academia ser tan clasista, tan
racista, tan hegemónica, tan al servicio de la lógica colonial y de dominación,
puede desligarse tanto de las mujeres “terrenas” en su cotidianidad?
¿De qué sirve una abstracta construcción teórica si no
coincide con lo que hace en la practica el movimiento político, si se
entretiene en ejercicios secuenciales de lógica pero no apuesta por resolver un
plato de frijoles, un golpe menos, unas horas de vida más para las que alguna
vez fueron sujeto de emancipación-liberación y que construyeron el espacio
teórico que sí nos garantiza el plato de frijoles a las que hacemos estos
ejercicios intelectuales? ¿Son los fenómenos sociales como la violencia y el
hambre que ocurren a las mujeres tan vistos, tan pasados de moda, tan faltos de
interés científico que ya no nos ocupan?
…para qué servimos a la inexistente mujer
negra que no ha politizado su ser negra pero vive cada día la racialización en
su cuerpo, para qué servimos a la indígena cuya vivencia cosmogónica ya ha sido
clasificada y calificada, pero no se entera y sigue adentro del temazcal
cantándole a la Tonanzin y sintiendo que es su lugar en el universo, pero que
vive, al mismo tiempo, la lucha por la tierra y el gobierno castiga esa lucha
en su cuerpo de mujer, en su inexistente y absurdo cuerpo de mujer -cuerpo del
cuál no hemos enterado a los policías violadores de que ya no existe-...
¿Para qué este feminismo elevado; discutido en medios
electrónicos a los que la mitad de los pobladores de mi país no tiene acceso
regular; publicado en lengua de blancos, por editoriales de blancos; feminismo
pagado en euros y venerado en nuestras universidades del color de la tierra, a
quién y para qué sirve? ¿Cuál es la utopía que proponemos?
Referencias
Rich, Adrienne (1980). “La heterosexualidad obligatoria y la
existencia lesbiana (1980)” en Revista d'Estudis Feministes, núm.10
Scott, Joan. 1990. "El género: una categoría útil
para el análisis histórico". Historia y Género: Las mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea, J. Amelang y M.
Nash (eds.). Valencia: Ediciones Alfons El Magnanim, pp. 23-56.
Wittig, Monique (1978). “La mente hetero”. Discurso leído
por la autora en Nueva York durante el Congreso Internacional sobre el Lenguaje
Moderno realizado en 1978 y dedicado a las lesbianas de EE.UU. http://www.mulheresrebeldes.org/Lesbianidades/Monique%20Wittig/la%20mente%20hetero.pdf
Zigga, Itziar. 2009. Devenir Perra. España. Editorial
Melusina, pp.
* Karina Vergara es Feminista Autónoma de México, su correo electrónico es pakave@hotmail.com